Uno de los más duros golpes para la corona española, fue la independencia de Perú, pues se consideraba una de las joyas del imperio por sus abundantes reservas de metales preciosos, tanto así que se empleaba el dicho “tan caro como un Perú” para referirse a cantidades extremadamente altas. 40 virreyes gobernaron en Lima durante 3 siglos de oro, desde la victoria de Francisco Pizarro en Atahualpa en 1533.
Lima era considerado el epicentro geopolítico de Sudamérica, por su posición geográfica y la riqueza que allí se extraía, por tanto era la colonia del virrey más poderoso, y la única en la que no se instauró una junta de gobierno emancipada, como sí ocurrió en los otros virreinatos americanos después del fallido intento de establecer una constitución en el imperio español, dada la negativa del rey Fernando VII, en su regreso al trono, tras la partida de España de Napoleon en 1814.
La independencia de Perú era una necesidad de la corriente libertadora del norte, liderada por Simón Bolívar, y la corriente libertadora del sur, comandada por José de San Martin. Quienes sabían que lograr la independencia de sus territorios no serviría de nada si el territorio de Perú no era liberado de igual forma. Es por esto que el proceso de liberación peruano, debe verse como un conjunto de procesos paralelos incitados por alguna de las
dos corrientes, o por grupos revolucionarios locales.
Todas estas confrontaciones se condensan simbólicamente en el 28 de julio de 1821, y se considera el día de la independencia peruana, pues fue el dia en el que el general San Martín proclamó su discurso de independencia la Plaza Mayor de Lima, sentando las bases para el desarrollo de la primera constitución política del país el 12 de noviembre de 1823.
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