El tequila es, probablemente, la bebida más representativa de México.
Elaborada a partir de la fermentación y destilado del jugo extraído del agave azul (o Agave tequilana), tiene denominación de origen por su producción en cinco estados de México: Guanajuato, Michoacán, Nayarit, Tamaulipas y Jalisco. Ésta denominación, reconocida internacionalmente, no solo designa el destilado de agave elaborado particularmente en estas regiones, sino además el origen del término, una palabra compuesta proveniente del náhuatl: “Tequitl” (trabajo u oficio) y “tlan” (lugar), dando cuenta que se habla de un lugar de
trabajo y, a la vez, del trabajo específico de cortar la planta.
Si hablas de México, hablas de tequila, y por alguna razón hoy en día, el tequila se encuentra conquistando el mundo. Tal es la popularidad que ha alcanzado, que ha cautivado a diversos personajes del mundo del espectáculo quienes se han aventurado a tener su propia marca.
Actores como George Clooney, Dwayne Johnson o Charlie Sheen; Justin Timberlake, Adam Levine o incluso el grupo AC/DC en la música; la estrella del basquetbol Michael Jordan en el deporte y, por supuesto, tampoco se podía quedar atrás tampoco el magnate de la tecnología Elon Musk. Y éstas son solo algunas personalidades (principalmente estadounidenses) que han incursionado en la producción de este licor.
Pero su popularidad, ya sea en base a su sabor, ligereza, elegancia o versatilidad para combinarse con otros ingredientes, para algunos se ha vuelto una problemática de mayor envergadura y de cómo las celebridades o empresas extranjeras lucran con el tequila en desmedro de la industria mexicana, como señaló al periódico El Universal, Sarah Bowen, académica de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y autora del libro “Divided
Spirits: Tequila, Mezcal, and the Politics of Production” quien reconoció “es un problema, pero no es algo nuevo”.
Bowen agrega que si bien “el tequila es un producto mexicano que está legalmente designado de esa manera, lo que asegura sea producido en México” la legalidad de su denominación de origen “no ha sido lo suficientemente efectiva en asegurarse de que los mexicanos se beneficien de ese éxito en la industria”.
En este sentido, la académica explica que debido a que, en las últimas dos décadas, la industria tequilera ha demostrado una marcada tendencia mundial por consumir bebidas artesanales y productos premium, el éxito de la bebida no se ha visto reflejado hacia los mexicanos.
Y al respecto, explica que en las épocas de excedente de agave, “los precios son sumamente bajos y los trabajadores ganaban lo mínimo, mientras que en la época de escasez, que es cuando los precios suben, el aumento del precio del agave no se veía reflejado en el salario de los trabajadores”. Por ende, y de acuerdo con lo planteado por la especialista, la problemática durante los ciclos de excedente y escasez de agave deriva en
una concentración de poder que beneficia a grandes empresas principalmente. O en este caso particular, a las celebridades que han incursionado y visto un nuevo negocio en el tequila.
Y, si bien es cierto que la industria tequilera brinda sustento a un sinnúmero de familias mexicanas, el éxito de esta bebida, actualmente, está configurada de una forma en la que las grandes corporaciones son las mayores beneficiarias del éxito mundial de la bebida. De esta manera plantea se hace necesario y más relevante una transparencia sobre los actores detrás del proceso de producción del tequila ya que, cualquier celebridad que decida unirse a la industria tequilera, aprovecha su imagen para generar aún más ganancias.
Y sean o no sean estas estrellas del deporte, el cine o la música quienes estén detrás de la bebida, hay que reconocer que, Cincoro, el tequila de Michael Jordan; Casamigos de George Clooney; Teremana de Dwayne Jhonson o Sauza 901 de Justin Timberlake, ellos han aprovechado nuevamente la oportunidad de ganar un poco más de dinero en sus ya abultadas billeteras, a costa del trabajo y tradición del pueblo mexicano.
Ellos ganan, México pierde.
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